Toda, todita la razón. El haber sido madres no debería ser el pasaporte a la dejadez.
A mí también me ha pasado y es fácil encontrar mil excusas pero hemos de pensar que nuestra familia estará encantada de vernos sanas y cuidadas, no abandonadas al consumo masivo de hidratos de carbono.
Otra cosa que suele pasar cuando eres madre es que te conviertes en el cubito de la basura de la familia, dicho cariñosamente, se entiende. Que sobra una croqueta, al cubito; que Pablito no se acaba la deliciosa papilla de fruta, al cubito; que cómo vas a tirar esos pocos macarrones gratinados que le hiciste a la niña que quedaron en la bandeja…. al cubito.
El resultado es que comes fatal y muy desordenadamente porque no te sientas a comer como debieras, por las prisas y por millones de razones más que hacen, en definitiva, que acabes el día sin saber muy bien qué comiste, pero con muchas calorías en el cuerpo
Está bien alimentar a nuestra familia con amor y dedicación y nosotras nos debemos el mismo.
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