FANTASÍAS ANIMADAS DE AYER Y DE HOY

Una de las fantasías más deliciosas que tenía cuando era pequeña era que me quedaba encerrada en Carrefour (en aquellos tiempos Continente). Sí, soy rarita, lo reconozco.

Era una pasada, ya que compartía mi encierro con alguna súper amiga del alma y nos lo pasábamos pipa. Nos poníamos moradas a comer cosas buenas, veíamos la tele sin tregua, nos leíamos todos los libros de los Cinco y de los Hollister que queríamos... un verdadero paraíso.

Hoy la fantasía la comparto con mi chico y nos da para largas horas de fantasiosa conversación: es la lotería y nuestra vida como agraciados. En estos tiempos que corren la sensación de alivio que se tendrá deberá ser alucinante: no más agobios, no más noches sin dormir por las preocupaciones, por el incierto futuro...

Pero además de lo evidente, no veas el juego que da el tema; incluso a veces acaba en discusión por el piso de París o el chalé de Formentera; o por el tipo de inversiones a realizar para mejorar más todavía nuestra saneada economía. Porque claro, ya que me toca la lotería no es una lotería cualquiera, es un puñado muy ganso de millones.

Es una gozada montar ONG´s, restaurantes, tiendas de moda súper chics, viajar, comprar, construir, hacer y deshacer... y gratis total. Mucho mejor pasarse ese rato divagando juntos que ver la pobre televisión de la que disfrutamos en este país en prime time. Las revistas de viajes y decoración ayudan mucho y tenemos una buena reserva para documentarnos.

Yo juego moderadamente, sobre todo cuando veo un bote considerable, no vaya a ser que me pase como al del chiste, de “Señor, por favor, que me toque la lotería... “y el Señor le contestó: “Sí, hijo mío, ¡¡pero compra, compraaa!!"

  ¿Tenéis alguna fantasía compartible? ¡Soñáis, como yo, día sí día no con la loteria y con decirle adiós a vuestro jefe con una gran cara de felicidad? ¡En qué gastarías los primeros cinco milloncejos? Soñar es bueno, ¡compartirlo también!